Nadie dijo nunca que ser un adolescente fuera algo fácil, nadie nos dijo que a los dieciocho años todo se resolvería y lo tendríamos todo solucionado. Qué equivocados, y qué frustrante puede incluso llegar a ser esa etapa de nuestras vidas. Se trata de una etapa de cambios, de empezar a ver la vida con otros ojos, y ahí es donde nuestras hormonas empiezan a ejercer su efecto, donde todo es confuso, para nuestro pensamiento ya somos adultos, responsables de nuestro actos, y pensamos que podemos comernos el mundo.
Empiezan aparecer nuevas amistades, preferiblemente amistades del sexo opuesto, y notamos cómo nuestra mente tiene sus pensamientos, y nuestro cuerpo tiene otros, y ahí es cuando nos hacemos la gran pregunta: ¿a quién hay que hacer caso? y todos responderemos: "lo que diga tu corazón", porque es la respuesta que siempre escuchamos.
Pero si nos ponemos a reflexionar sobre ello, no resulta nada fácil saber cual es la respuesta correcta. Al final siempre caemos influenciados por lo que dice nuestro cuerpo, que es dominado por nuestra mente y éste no dudará ni un segundo en abalanzarse sobre la primera persona que nos encienda un poco la chispa, si importar lo que ocurra mañana, y eso no ocurrirá tan solo una vez, ni dos, quién sabe... y a raíz de nuestra conducta, aparecen los nuevos comentarios de la gente que nos rodea, entonces sientes que te has perdido en el camino, y sabes que sólo tu puedes encontrar una salida a esa situación.
Muchas veces pienso en lo rápido que se les etiqueta a las chicas por acostarse con varios chicos, cuando sólo hago que escuchar que "hay que disfrutar de la vida", y quizás no te sientes preparado para mantener una relación seria, o incluso, el amor de nuestras vidas no aparece, ¿por qué se etiqueta?...
Entonces me pongo a recordar, y descubro que en mi vida las cosas no son como yo las había imaginado en su momento, que el mundo giraba en contra mía, me resultaba imposible encontrar al chico que me regalara su primer beso y yo regalar el mío, me resultaba increíble que todo el mundo tuviera anécdotas que contar, y tan solo yo me dedicaba a escuchar y apenas tener nada que contar, porque mi vida tan solo se basaba en estudiar, ir a casa y poco más... sin anécdotas... aburrida, y sentía cómo mi presencia era indiferente.
En ese momento te das cuenta de que sientes que te hundes, que realmente eres diferente a los demás, todos parecen tan "guays" y tu tan solo eres un cero a su lado... y piensas: cómo me gustaría estar en su lugar...
Ves cómo los demás parecen disfrutar del mejor momento de sus vidas y tu tan sólo deseas despertar de ese mal sueño y descubrir que todo es mentira, o que ya eres adulto, y nada te importa.
Pasan los años y el tiempo te ha dado una lección, te has echo fuerte, independiente y ves que el mundo gira bastante a tu favor, eres feliz, con tu trabajo, amistades, todo funciona, y por casualidades de la vida, te vas encontrando después de muchos años a gente con la que en aquellos momentos de hundimiento pensabas que jamás te mirarían a la cara, o que no te saludarían porque no significaste nada para ellas. Pero por tu sorpresa... resulta ser todo lo contrario, y aquellas amistades que habías deseado tener en su momento o que parecían inalcanzables ahora te llaman a la puerta, y entonces es cuando te pones a pensar: "qué equivocado estaba".
Qué razón tan grande tiene aquella frase de: "los pequeños detalles son los que más importan", no hay que aplicarla tan solo con enfoque a nuestra relación con una persona, debemos aplicarla simplemente a nuestra vida en sí, que es la que siempre nos regalará estos momentos.
Abrimos nuestras puertas a esas personas que quizás de manera transparente pasaron muchos años a tu lado, sin ninguna importancia, pensando que no se acordarían de nosotros, y descubrimos que pueden sorprendernos recordándonos momentos de su infancia a tu lado, de cómo eran las cosas por aquel entonces, y entonces sientes que en tu interior una alegría inmensa te invade, porque tu también lo recuerdas, pero sin saber realmente que tú si significabas algo para ellas, para ti simplemente eran compañeros.
Con esto no significa que debamos arrepentirnos de nuestros actos, o pensar que deberíamos haber actuado de manera diferente, porque como ya he dicho, nadie dijo que la pubertad fuera un camino de rosas, sino más bien de espinas, y gracias a esos momentos difíciles que pasamos, hoy la vida nos regala todo lo que no tuvimos, y que no debemos mirarnos por debajo de los demás, simplemente pensar que TÚ eres como los demás, alguien importante para muchas otras personas.
Se que luchar por algo que queramos puede resultar casi imposible o difícil en su camino, pero con todo lo que la vida me brinda, sé que vale la pena no rendirse
P.D. No daré nombres, simplemente dedicado a las personas que me han dado una oportunidad de conocerlas y reservar un momento de sus vidas para pasarlo a mi lado, son pequeños detalles, que resultan ser los MÁS GRANDES.
Una loca depravada